Arrancamos éste proyecto: Calado de Catas El Legado en La Rioja.
Al respeto que infunde arrancar un proyecto como éste, en un año además ciertamente extraño, con pandemia, restricciones e incertidumbres vitales, le pudieron más la ilusión y el esfuerzo.
El día 1 de Abril de 2021 abrimos oficialmente nuestras puertas al mundo, las físicas y las digitales, para compartir contigo que nos lees ésta maravillosa experiencia que es llevar a la realidad un sueño. Es lo que significa para nosotros EL LEGADO. Ésto es mucho más que una sala o calado de catas aquí, en La Rioja. Es posible que hayas llegado hasta aquí tras pasear por el contenido de nuestra web. Si no es así, te invitamos a hacerlo aquí .
Aquí en éstas entradas os contaremos sobre temas diversos que tienen que ver con la campaña vitivinícola, enoturismo, con las visitas que recibimos, …
Deja que compartamos contigo algo más. Algo importante para nosotros. Queremos inaugurar éste blog con un texto que salió de lo más íntimo de nosotros y que, con voz decidida aunque a veces temblorosa, la garganta de Ángel pronunció ante los que estuvimos presentes. Humildemente, deseamos que te transmita un poquito lo que sentimos aquel día. Muchas, muchas gracias por visitar nuestro sitio web y bienvenidos !!
Un sueño hecho realidad.
«Desde pequeño estos lugares me parecieron especiales, mis primeros recuerdos son de mi abuelo, mi padre y mis tíos haciendo vino en el lago y en la bodega. Mis hermanos y yo en cuanto teníamos ocasión participábamos en el pisado de la uva y en los trujales. Aquel olor a uva fermentada que lo impregnaba todo. El pueblo olía a vino.
Pasó el tiempo y los calaos dejaron de utilizarse para lo que habían nacido. Llegó otra etapa en estos lugares centenarios. Las uvas se llevaban a las grandes bodegas de Cenicero con contratos a los agricultores. Los calaos no dejaron de ser útiles, en las fiestas los utilizábamos de chamizos, decenas de ellos en el pueblo.
¡Qué ilusión teníamos preparando el chamizo un mes antes de las fiestas!, serrín en el suelo, ramas de olmo y caña en las paredes, luces de colores y como no, el zurracapote hecho 3 días antes del chupinazo. En ellos descubrimos lo peligroso del zurracapote cuando se nos iba la mano, lo cómodos que eran los colchones de paja en el reservado con compañía, aquel olor a tabaco, serrín y cueva que todavía lo recuerdo en mi memoria.
Hoy damos paso a un nuevo camino, queremos enseñarle al mundo estas construcciones del siglo XV, que fueron el germen de lo que hoy es una de las denominaciones de origen más respetadas del mundo. Rendir un homenaje a esos arquitectos que no fueron a ninguna Universidad pero que tenían un control increíble de cómo construir estos lugares que todavía hoy siguen intactos.
En qué condiciones se trabajaba, con un candil, pico y pala y la tierra parriba en cestos de mimbre, después de mover y colocar esas pesadas piedras con las manos. Cada día que entro en un calao me sigue impresionando. !¡Qué lucha por sobrevivir!, se dieron cuenta que debajo de la tierra el vino se conservaba y en Cenicero se construyeron 285 calaos debajo de las casas, algo único y excepcional.
Hemos puesto en este proyecto toda nuestra energía e ilusión.
Espero que la gente que visite este lugar disfrute y viva como nosotros este legado que nos dejó aquella generación ancestral.»